dimarts, 13 de març del 2012

MANIFEST SOBRE L'AUTISME I LA PSICOANALISI

“AUTISMO Y PSICOANÁLISIS”
Nuestras convicciones

El Instituto psicoanalítico del Niño ha conocido, estos últimos meses, una extraña campaña que apunta a excluir al psicoanálisis de la atención a los niños y adolescentes autistas. Esta campaña culmina ahora con una proposición de ley que ha hecho reaccionar a todos los representantes profesionales y las más importantes asociaciones de familias (UNAPEI).
Dicha campaña proviene de un intenso trabajo de acoso que alega loables intenciones: mejorar las condiciones de una parte de la población. De hecho, se trata para sus promotores de obtener de los poderes públicos subvenciones masivas en beneficio de métodos de condicionamiento, de manera que ofrezcan soluciones ready-made a los familiares que buscan con inquietud soluciones allí donde hay una verdadera penuria de acogida institucional.

El Instituto psicoanalítico del Niño reúne psicoanalistas, practicantes de instituciones especializadas –psiquiatras, psicólogos, enfermeras, logopedas, psicomotricistas- profesionales del campo de la infancia –enseñantes, educadores, juristas, médicos- que tratan desde hace muchos años a niños en sufrimiento, orientándose por el psicoanálisis de Freud, de Lacan y de los avances más actuales de la investigación clínica.

A este respecto, El Instituto psicoanalítico del Niño, a través de su Comisión de iniciativas desea posicionarse. Se trata, aquí, de testimoniar sobre los principios que gobiernan nuestra acción:

1          -Recordemos que en Francia, a partir de los años 60-70, son los psiquiatras infantiles y los psicólogos formados en psicoanálisis los que comienzan a preocuparse por la suerte de los niños autistas, hasta el momento emplazados en el hospital psiquiátrico o en instituciones cerradas, donde la dimensión deficitaria era preponderante. Toman apoyo en los psicoanalista anglosajones: Frances Tustin, Margaret Mahler, Donald Meltzer y en la institución de Maud Manonni la “Escuela experimental de Bonneuil”, en los trabajos de Rosine y Robert Lefort, alumnos de J. Lacan. El conjunto de estos trabajos dan a los practicantes –psiquiatras, psicólogos, enfermeras, logopedas, psicomotricistas- la idea de un tratamiento posible y de aprendizajes que tienen en cuenta el síntoma del sujeto más allá de la coerción. Los hospitales de día, dentro del movimiento de sectorización de la psiquiatría, se crean en esta perspectiva. Se trata de ofrecer una acogida que no esté basada en el déficit y que tenga en cuenta la particularidad de cada sujeto. La situación familiar forma parte de esta particularidad, pues las constelaciones familiares están muy lejos de ser todas idénticas. Los padres son recibidos, escuchados. Los niños, los adolescentes son acogidos en pequeños grupos, solicitados por “talleres” donde pueden seguir sus intereses. En los momentos de la comida, del juego, del estudio experimentan nuevas relaciones con los objetos y con las demandas que estructuran el mundo de todos los niños, pero de las que los niños autistas se defienden.


2          Esta larga experiencia de diagnóstico, de acompañamiento de las familias, de realizar recorridos especialmente tejidos para cada uno, ha sido el objeto de numerosas publicaciones y de recogida de trabajos. No habría podido sostenerse sin la referencia cotidiana al psicoanálisis, a su cuerpo textual, a su enseñanza viva. ¿Cómo situar, hoy, el lugar del psicoanálisis en el tratamiento del niño autista? Proponemos 5 ejes de respuesta:

-La formación analítica, es decir la experiencia de un psicoanálisis personal, da a los practicantes un útil potente para situar su acción, respecto de los sujetos autistas, en la adecuada distancia, manteniéndose a distancia de los ideales de normalización o de normalidad incompatibles con el acompañamiento profesional de sujetos en espera.

-Este respeto de la posición del sujeto es la brújula que orienta, en efecto, esta acción. En ningún caso se trata de dejar al niño, al adolescente ser el juguete, por ejemplo, de sus esterotipias, repeticiones, ecolalias, considerándolas como un primer tratamiento elaborado por el niño para defenderse, se trata de introducir allí, en una presencia discreta, nuevos elementos que van a complejizar “el mundo del autismo”.

-La apuesta, en principio, es que el niño pueda localizar la angustia o la perplejidad que desencadena en él la interpelación de un otro y poner en juego las funciones del cuerpo en su relación con esta demanda –alimentarse y dejarse alimentar, perder los objetos urinarios y anales, mirar y ser mirado, escuchar y ser escuchado. Los psicoanalistas desde hace mucho tiempo han señalado la dimensión de ritual de interposición que constituyen numerosos rasgos sintomáticos invalidantes. La creación o el descubrimiento por el niño de un “objeto autístico”, cualquiera que sea su forma, a menudo es una fuente fecunda para crear lazos y nuevos espacios más libres de las constricciones autísticas.

-Los psicoanalistas de ninguna manera ponen en duda la inscripción de los niños autistas en los dispositivos de aprendizaje. Al contrario ponen de relieve que el sujeto autista ya está, muy a menudo, “en el trabajo”. Los autistas llamados de “alto nivel” dan cuenta, en este ámbito, de una masiva investidura del pensamiento, del lenguaje y del dominio cognitivo en los que encuentran fuentes inéditas. Más en general, para todos los niños, los practicantes buscan privilegiar los acercamientos pedagógicos y educativos que puedan adaptarse para dar un lugar a las singularidades sociales y cognitivas de los niños autistas. Enseñantes y educadores dan testimonio, en el seno del Instituto psicoanalítico del Niño, de lo que han elaborado con el niño y el adolescente.

-Por el contrario, los psicoanalistas se levantan con su mayor fuerza contra los métodos, llamados, de “aprendizaje intensivo” que en realidad son métodos de condicionamiento conductual que utilizan masivamente la presión, incluso la intimidación para promover cuidados totalitarios y totalizantes que se autoproclaman como único tratamiento válido del autismo. Lejos de esta reducción, hay que diferenciar los diferentes acercamientos al aprendizaje. Los psicoanalistas y practicantes, agrupados en el seno del Instituto psicoanalítico del Niño representan a todas las categorías profesionales que están presentes en el campo de la infancia, y se declaran especialmente vinculados, por los niños y adolescentes, a los sistemas de atención y tratamiento y educación existentes en Francia, en tanto que permiten repartir las responsabilidades respectivas y diferenciadas entre los profesionales de la atención y tratamiento, de la educación y los padres

3-    las clasificaciones actuales de los trastornos mentales –especialmente el DSM- introducen una gran confusión en el debate, haciendo aparecer en el mismo nivel diagnóstico síntomas de la infancia tales como el tartamudeo o la enuresis, “trastornos” referentes a una normalidad social –como los trastornos de oposición con provocación o los trastornos de conducta- y el autismo –trastorno autístico. El autismo, y sus diversas formas, se encuentra así aislado como el único verdadero cuadro clínico de la categoría “Trastorno generalizado del desarrollo”. Los debates en curso sobre la continuidad del “espectro autista”, sobre la oportunidad de mantener en la misma serie los TGD, los llamados Asperger, muestran cuan inestable es esta categoría. Dentro de este “espectro autista” hay que examinar en detalle los fenómenos invasivos del cuerpo y situar las manifestaciones extrañas e inquietantes de las que están apresados. Los psicoanalistas y practicantes de orientación lacaniana acompañan a numerosos niños y adolescentes en esta elaboración que les permite guardar o encontrar un lugar en el lazo social y familiar. Los padres pueden entonces autorizarse a hablar de ciertos rasgos de sus hijos, comprendiendo su valor a pesar de su carácter extraño. Este trabajo es necesariamente largo, pues supone hacer causa de una diferencia del niño que viene contra las expectativas y deseos que envuelven su presencia en el mundo. El psicoanalista, para recoger este sufrimiento, debe estar atento al sufrimiento de los padres y sostenerlos en esta prueba.


4-    Múltiples hipótesis etiológicas –genética, de vacunación, neurocognitiva, etc- presentadas como verdades científicas, a menudo seguidas de un único artículo aparecido en una revista del que conocemos algunos meses o años más tarde su carácter sesgado, circulan en los medios más diversos y enloquecen a los padres. Estas hipótesis causales vienen a responder estrictamente a la reducción del autismo a un trastorno del desarrollo, presentado como una enfermedad genética incluso epidémica. Estas hipótesis se apoyan en la ley de 2005 sobre la discapacidad, que no obstante de ninguna manera apunta a establecer una sentencia del tipo “es una discapacidad, luego no es una enfermedad”, sino a permitir una orientación adaptada para el niño y una ayuda para la familia. Sobre este punto queda mucho por hacer y las asociaciones de padres son una fuerza indispensable e ineludible para hacer avanzar proyectos adaptados, en particular para los niños más pequeños, para los adolescentes y los jóvenes adultos. En este sentido, el anuncio del autismo como una gran causa nacional no puede más que alegrar a todos aquellos que se movilizan en la atención dispensada a los niños y adolescentes autistas.

5-    Los psicoanalistas siguen los debates científicos en torno a las causas del autismo infantil. Cualquiera que sean las causas no pueden reducir al sujeto a un mecanismo. Los psicoanalistas toman en cuenta los sufrimientos con los que se encuentran y promueven las instituciones y las prácticas que garanticen que el niño y su familia serán respetados en su momento subjetivo. Facilitan, siempre que es posible, la inserción del niño en lazos sociales que no le perjudique. Los psicoanalistas no son poseedores de una verdad “psicológica” sobre el autismo, ni promotores de un “método educativo” particular. Promueven un mensaje claro para el sujeto autista, sus padres y todos aquellos que en institución o en acogimientos especiales toman partido y hacen la apuesta de acompañarles -los psicoanalistas forman parte de ellos: es posible construir otro mundo que el mundo de defensa y de protección en el que está encerrado el niño autista. Es posible construir una nueva alianza del sujeto con su cuerpo. El esfuerzo de todos apunta a demostrar clínicamente esta posibilidad.



La Comisión de iniciativas del Instituto psicoanalítico del Niño
Sra. Judith Miller (París) - Dr. Jean Robert Rabanel (Clrmont-Ferrand)
Dr. Daniel Roy (Bordeaux) Dr. Alexandre Stevens (Bruxelas)